¿Cómo empieza y cuáles son los síntomas?
Su comienzo suele ser lento e insidioso, y aunque los síntomas empiezan afectando a un solo lado del cuerpo, pueden terminar afectando a los dos.
Los tres síntomas más importantes son:
- Temblor en las manos, pies o mandíbula, principalmente en reposo. Desaparece con el sueño, empeora en situaciones de stress, y mejora o desaparece al hacer movimientos voluntarios.
- Enlentecimiento y dificultad para realizar los movimientos automáticos. Es lo que provoca la dificultad o bloqueo para comenzar a andar o girarse en cama, la marcha lenta y arrastrando los pies, el cambio en la escritura, la dificultad para abrocharse los botones, la monotonía en el tono de voz, etc. Es el síntoma más incapacitante para la actividad cotidiana.
- Rigidez de la extremidad afectada, que se observa al mover, por ejemplo, el brazo del paciente con enfermedad. Los movimientos se notan cortos y abruptos (se denomina rigidez en rueda dentada).
- También pueden alterarse los reflejos para mantener la postura, afectando a la estabilidad y el equilibrio.
¿Puede haber otros problemas asociados?
Con el paso de los años y dependiendo de cómo evolucione la enfermedad, pueden aparecer otros síntomas: depresión, ansiedad, ataques de pánico, deterioro cognitivo, trastornos del sueño, del habla y la deglución, estreñimiento, trastornos urinarios y sexuales, mareos con los cambios de postura, cansancio, alteraciones de la temperatura corporal, del olfato o de la sudoración, dolor, seborrea e inflamación de los párpados.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Parkinson?
El diagnóstico es exclusivamente clínico, a partir de los síntomas del paciente, por lo que al comienzo, puede ser difícil de detectar si los síntomas no son muy evidentes. En ocasiones, el médico observa en repetidas ocasiones al paciente durante un periodo de tiempo, antes de diagnosticarlo definitivamente e indicar un tratamiento.
No existe en la actualidad ningún análisis ni prueba específicos de la enfermedad. Los análisis genéticos se realizan sólo en las formas familiares.
Otras pruebas, como la Tomografía axial computerizada (TAC), la resonancia magnética (RNM), la tomografía de emisión de positrones (PET) o la tomografía computerizada de emisión de fotones (SPECT), no están indicadas en el estudio rutinario de los pacientes, pero el médico puede indicarlas para tener información sobre otras posibles enfermedades que pueden provocar síntomas parecidos.
Lo que sí es importante es la evaluación clínica del estado mental del paciente, de su conducta y estado de ánimo, de la limitación para las actividades de la vida diaria, de la función motora y las complicaciones del tratamiento, que se realiza a través de preguntas ya preparadas. De esta forma, el médico puede conocer mejor la afectación del paciente y, valorando las mejoras que aportan los distintos tratamientos, seleccionar el más adecuado para cada uno.
¿Cómo se trata la Enfermedad de Parkinson?
Es una enfermedad progresiva, pero con el tratamiento y otras medidas de apoyo, se tratará de aliviar los síntomas del paciente. El tratamiento debe de adaptarse a cada paciente, a su edad, sus síntomas, y a la aparición de efectos secundarios a la medicación.
1. Tratamiento farmacológico:
Debido a los efectos secundarios que presentan los medicamentos para el tratamiento del Parkinson, no siempre están indicados al inicio de la enfermedad.
El objetivo del tratamiento será:
- Mantener la autonomía e independencia del paciente el mayor tiempo posible.
- Controlar las complicaciones derivadas del uso de los fármacos.
La Levodopa es el fármaco más efectivo porque reemplaza a la dopamina que falta en el cerebro. De ésta forma, se pueden controlar los principales síntomas, pero no se detiene la enfermedad. La respuesta a este medicamento es rápida y persistente. Su principal inconveniente es la aparición de movimientos anormales en los momentos del día en que la medicación deja de hacer efecto, y que suelen aparecer en todos los pacientes que llevan usándola varios años.
Para controlar estas complicaciones existen otros fármacos, algunos de los cuales pueden usarse al principio de la enfermedad, para retrasar el uso de la levodopa. Son precisamente estos efectos secundarios de la levodopa lo que obliga a retrasar su indicación todo lo posible. De todas formas, en algún momento todos los pacientes precisan de su uso.
Nunca deben automedicarse ni modificarse las pautas de tratamiento sin consultar previamente al médico, siendo muy importante informarle de la aparición de nuevos síntomas o alteraciones.
2. Tratamiento quirúrgico:
El tratamiento quirúrgico puede ser necesario cuando se han agotado las alternativas de tratamiento farmacológico.
¿Cuándo está indicada la cirugía?
No hay indicaciones generales. Es siempre necesario evaluar la situación de cada paciente en particular. De todas formas, se puede decir que si el paciente es joven (menos de 50 años), ha respondido bien al tratamiento en las fases de inicio de la enfermedad y presenta movimientos anormales debido a los efectos adversos de la levodopa, que no se pueden controlar con otros tratamientos y que limitan mucho su calidad de vida, sería adecuado valorar la intervención quirúrgica.
Medidas terapeúticas de apoyo:
Desde el punto de vista médico, la terapia ocupacional, la fisioterapia, la psicoterapia, el tratamiento de la dificultad del habla (logopedia), o el tratamiento de la dificultad para tragar, no han probado una eficacia específica, sin embargo pueden mejorar la calidad de vida de algunos pacientes.
Por ello, y dado que las complicaciones son muy distintas y surgen a lo largo de la enfermedad, es importante el abordaje del paciente por varios profesionales (médico, enfermería, fisioterapeuta, logopeda, trabajador social, etc.).
El ejercicio físico, aunque no ayuda a detener la enfermedad, contribuye a conservar la capacidad funcional de las articulaciones.
Es importante mantener un buen estado nutricional y tomar una dieta equilibrada, rica en fibra, y una adecuada hidratación, sin necesidad de restringir las proteínas salvo en casos excepcionales en que el médico lo aconseje.
Los suplementos de vitamina E u otros agentes antioxidantes, no mejoran ni limitan la progresión de la enfermedad.
Los grupos de apoyo son importantes, tanto para las familias, como para los pacientes. El paciente en fase inicial de la enfermedad debe relacionarse más específicamente con otras personas en su misma situación clínica o en el mismo grado de evolución, con el objeto de evitar una afectación de su estado anímico.
La presencia de deterioro en el estado mental, cuadros de depresión, estreñimiento, problemas sexuales y urinarios, alteración en la sudoración, aparición de dolor, dificultad para tragar, etc., requerirán un abordaje adecuado por parte de los profesionales sanitarios para su mejoría.
¿Es una enfermedad mortal?
No. Lo que sí es cierto es que los síntomas y la aparición de las complicaciones antes citadas, hace que el paciente deba tener más cuidados y precauciones en su vida cotidiana con el objeto de evitar caídas, atragantamientos, cambios importantes en la sudoración, episodios de deshidratación, trastornos al orinar, etc, lo que si podría agravar su situación.